Augusto Galicia López
"Así que me "impermeabilizo" y me lanzo al camino ..."
Para los moteros, la Sierra Norte de Puebla representa una buena
oportunidad de disfrutar de buenos paisajes y mejores curvas. Un
recorrido interesante inicia en la ciudad de Puebla pasando por
Teziutlán y luego visitar Cuetzalan, sin olvidar el paseo por la Zona
Arqueológica de Yohualichan.
Así que
un jueves de julio por la mañana, empiezo a rodar ¡Ah! Que sensación, el aire
fresco de la mañana pegando en la cara. A los pocos minutos ya estoy en la
autopista Puebla – Perote con rumbo a Teziutlán. Sí, la autopista es muy
aburrida, pero me da la oportunidad de llegar rápido a mi primera escala para
poder asegurar que el recorrido será de un sólo día.
Paso
por la primera caseta, Amozoc, tomo una foto y reviso el equipaje, solamente
por si acaso. Llegada al túnel de la autopista Puebla - Perote, voy detrás de
un doble remolque a una distancia prudente, ya que el chofer de la pesada
unidad maneja como si trajera un compacto. Veo un tramo recto y acelero para
rebasarlo, lo hago sin problemas y empiezo a distanciarme, pero tengo que
disminuir porque la salida para Teziutlán está próxima y al ver nuevamente por
el retrovisor veo el tractocamión muy cerca, casi de inmediato salgo de la
autopista para ingresar a la de Teziutlán y reviso nuevamente los retrovisores
… ¡Uf! Qué alivio el doble remolque también salió de la autopista pero tomó el
camino a Oriental, es decir va en sentido puesto al mío. Entro a la autopista
de Teziutlán y más pronto de lo esperado ya estoy pagando el peaje en la caseta
de Payuca. Cómo se sabe y ya he comentado, las autopistas sólo tienen de
ventaja el ahorro de tiempo, así que antes de lo que tardo en narrarlo, ya
estoy en la entrada de Teziutlán. La vista desde la autopista justifica el
peaje, las fotos son obligadas y me adentro en la llamada “Perla de la Sierra”.
El
clásico vistazo al tablero me dice que debo cargar combustible así que me
dirijo a la salida de la población, con rumbo a Tlapacoyan, Ver., para llenar el
tanque en la primera estación que encuentre, aprovecho para ponerme el
impermeable completo (incluyendo cubre botas ), porque está tan nublado que la
lluvia no tardará en hacerse presente. Voy rumbo a Hueytamalco, por la sinuosa
carretera a Tlapacoyan, y la llovizna cambia a lluvia intensa, me mantengo en
una caravana, que rueda a baja velocidad, ni modo a extremar precauciones. A un
lado de la carretera se ve un arco que da la bienvenida a Hueytamalco, así que
me desvió para pasar debajo de él, pero la población todavía está distante unos
10 km. Pero el camino se vuelve más sinuoso y está en buenas condiciones ¡Vaya!
Espero que así esté todo el trayecto.
En
Hueytamalco, las calles que rodean el jardín central, lucen un hermoso piso de
baldosas color rojo; pero, ¡Maldición! Están resbalosas, tal vez más por la
humedad de las recientes lluvias. Estaciono a un lado del palacio y antes de
que pueda asentarle la “pata de cabra” ya está un policia junto a mi para
indicarme que el estacionamiento está prohibido. Le pido cómo favor que me deje
unos minutos pues sólo voy a tomar algunas fotos y accede tal vez para
preguntarme sobre lo “raro” de mi vestimenta (casco, impermeable y cubrebotas).
Tomo las fotos y me despido del vigilante y de Hueytamalco a buscar la salida
para Ayotoxco.
A
poco de dejar la población, el camino hacia Ayotoxco se vuelve casi de
película, exuberante vegetación, con abundancia de chacas que han pasado de ser
postes de cercado a árboles de mucho follaje que se entrelazan de lado a lado
formando casi túneles que sombrean la carretera y le dan un toque distintivo,
además, las orillas están llenas de carrizales que le dan mucho verdor y
aspecto tropical.
Conforme
voy descendiendo, empiezo a ver algunos baches en el piso, y de repente, tengo
que frenar un poco brusco porque parece haber desaparecido el pavimento y en su
lugar hay unos enormes agujeros.
A
partir de este momento, el camino se vuelve una paradoja, es un bello
escenario, pero una espantosa superficie. Avanzando muy despacio, llego a
Ayotoxco, pintoresco poblado serrano a
340 m SNM. El calor húmedo me obliga a
aligerar mi vestimenta para no deshidratarme en exceso. La vegetación y la
topografía de este lugar valen la pena de visitar, aunque haya que soportar los
malos caminos y el calor sofocante, sigo mi marcha hacia la zona arqueológica
de Yohualichan, lugar donde haré una escala turística. A poco de haber salido
de Ayotoxco, me encuentro con el río Apulco. algunos kilómetros aguas abajo, se
une con el río Zempoala y se transforma en el río Tecolutla, estoy casi en el
límite con el estado de Veracruz.
Dejo
el puente sobre el Apulco y un poco después me pongo el impermeable nuevamente
porque empieza a lloviznar, pero sólo fue falsa alarma así que vuelvo a
quitármelo. Encuentro una bifurcación, sin señalamientos, y como lo establece
la “Ley de Murphy” tomo el camino equivocado, hacia un lugar que se llama
Tecuantepec, pero no avanzo ni un kilómetro y veo que la carretera está
interrumpida por un enorme deslave que prácticamente la hizo desaparecer, ahí
me informan sobre el camino a Cuetzalan, por lo que regreso y me dirijo al
lugar correcto.
Llego
a la entrada de Yohualichan casi pasando de largo. De la carretera a la zona
arqueológica, qué está en el centro del poblado, son aproximadamente 4
kilómetros de un empedrado tan bonito como resbaloso. Pero, aunque tuve algunos
sustos por resbalones de la llanta trasera, al llegar al pueblo encuentro un
estacionamiento muy rústico.
Esta
es la tercera o cuarta vez que visito esta zona arqueológica y me sigue
pareciendo extraordinaria, no obstante observo que el INAH casi no ha excavado
más de lo que había hecho hasta hace unos diez años. El recorrido es rápido (no
más de una hora) pero se puede admirar, el juego de pelota y la plaza principal
Es un magnífico lugar para quienes gusten de tomar fotos.
La
llegada a Cuetzalan por este lado, ofrece una de las mejores panorámicas de la
Sierra Norte de Puebla, me siento obligado a acomodar la Inazuma para mandar un
recuerdo a los amigos, espero que les guste.
También
aprovecho para tomar el clásico selfie en esta hermosa población (pueblo
mágico), con la iglesia principal de fondo.
Como
suele suceder en estos rumbos y en esta época del año, el clima siempre oscila
entre soleado, llovizna y lluvia intensa, y en la entrada de Cuetzalan, para no
variar, con piso muy resbaloso de baldosas de piedra, vuelvo a patinar sin
consecuencias pero con sustos. Encuentro un restaurante conocido, “El fogón”, y
me estaciono, bajo techo, para restaurar las fuerzas. Arrachera, enchiladas y
cerveza me devuelven lo gastado y antes de continuar en el camino se suelta un
tremendo aguacero que confirma lo apuntado al principio de este párrafo. Buena
oportunidad para rodar bajo la lluvia, así que me “impermeabilizo” y me lanzo
al camino. Que fantástica sensación, el agua corriendo por las calles, al
pasar a un lado de la iglesia hay una escalinata que está convertida en una
temporal cascada de varios niveles. Vale la pena la mojada después de haber
visto el espectáculo. Enfilo hacia Zacapoaxtla, mientras la lluvia continúa con
intensidad, desde los pocos autos y un autobús que me encuentro en el camino,
veo las miradas de extrañeza al verme rodar en tales condiciones, pero sigo y
la lluvia sigue, nos seguimos.
Al llegar
a Zacapoaxtla, la lluvia empieza a disminuir, entro a la autopista (ni modo,
aburrida pero llegaré más rápido a mi destino) y deja de llover, así que
aprovecho la llegada a la caseta de Payuca para quitarme el impermeable,
observo el cielo y parece que ya no encontraré lluvia.Finalmente, llego a
Puebla, de tal forma que casi a las 21:00 estoy entrando en la casa, un poco
mojado, pero satisfecho del recorrido de 412 km, al menos 100 de ellos bajo
agua. ¿Siguiente ruta? … La mixteca poblana … ¿Alguien se apunta?
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