El regreso a Oaxaca
Augusto Galicia López
“… es hora de regresar, porque estoy a casi 450 km de mi hogar y …”
Desde el 29 de junio de 2015, había
pensado en regresar a Oaxaca para completar la ruta que vi truncada a
escasos kilómetros de mi domicilio y durante las dos últimas
semanas fui madurando la idea para realizarla el 28 de febrero. La
noche del 27 me veo presa de cierto
nerviosismo por la visita que haré al día siguiente a Oaxaca,
tratando de repetir la rodada que terminó en accidente y fracturas
múltiples. Es muy probable que el nerviosismo se deba al miedo de
terminar igual. No obstante; decido que es hora de rehacer lo que está incompeto. Reviso lo básico
de la moto, engraso la cadena y dejo el llenado el tanque para algún punto
entre Atlixco e Izúcar.
La lectura inicial del odómetro de viaje. |
La salida de Puebla se da a las 4:30
AM, voy por la libre a Atlixco, aunque algunos
kilómetros
después me arrepiento por la enorme
cantidad de topes, pero el problema real es que los conductores de
camionetas y autobuses rebasan a los camiones lentos invadiendo el
carril contrario sin importar que les haga señales con la luces. Aún
así, llego a Atlixco sin contratiempos y ahora a enfrentarme a los
topes de la carretera a Izúcar. Un poco antes de llegar a Tepeojuma
se enciende el testigo de la reserva de combustible, pero no hay
problema, sin duda en Izúcar podré rellenar; no obstante, observo
que la gasolinera de Tepeojuma está en servicio, así que me ahorro
la angustia y relleno el tanque (es mejor llenar con Magna que
arriesgar que no haya Premium en la estación siguiente). Con esta
gasolina pretendo llegar a Acatlán de Osorio; pero la oscuridad me
hace rodar mantener la precaución y el consumo de combustible mejora
por que ruedo despacio. Antes de Acatlán empieza a amanecer y el
camino a Huajuapan transcurre con la luz del día y la visión de mi
propia sombra reflejada en los terraplenes del camino. Casi como una
repetición de mi viaje del 28 de junio 2014, me detengo en Huajuapan
en la misma gasolinera y hago exactamente lo mismo, relleno el tanque
y bebo un café para relajarme antes de continuar mi viaje a la
antigua Antequera.
Escala en Huajuapan de León, Oax. |
El tramo de Huajuapan a
Tamazulapan es extremedamente divertido, las curvas se suceden como
las cuentas de un collar y a los humildes motociclistas no nos queda
sino agradecer semejante regalo.
Antes de dejar Tamazulapan, me detengo frente a la Escuela Normal Rural Vanguardia, de muy queridos recuerdos, pues la foto es más que obligada.
Frente a la Escuela Normal Rural Vanguardia. |
Después de Tamazulapan,
viene un tramo de rectas hasta llegar a Yanhuitlán , en la ruta
Dominica, donde el camino desmejora y se vuelve una corta terracería
poco antes de arribar a Nochistlán; aquí me asalta la inquietud de
continuar por la autopista; pero, sigo por la federal para replicar
el viaje que quedó inconcluso.
Esta parte del camino luce
un poco descuidada, así que vuelvo a rodar con lentitud para
minimizar cualquier riesgo, al mismo tiempo que me arrepiento un poco
de no haberme pasado a la autopista cuando pude hacerlo. Aquí entra
en escena un factor que no había considerado, un dolor muy molesto
en la muñeca izquierda (posiblemente el llamado túnel metacarpiano)
que por momentos me impide manipular el embrague, motivo por el cual
decido avanzar en una sola posición del engranaje (cuarta) y
descansar la mano izquierda en la medida de lo posible.
Todavía hago una escala a la entrada de un pueblito, Jaltepec, para amarrarme la muñeca con un pañuelo y ver si mejora un poco.
Escala obligada. |
En el descenso hacia Huitzo, se cruza un ave que parecía un águila y me lamento de haber
apagado la cámara del manubrio, y algunos kilómetros adelante,
antes de llegar a Huitzo, veo un grupito de cinco aves volando
majestuosas que, insisto parecen águilas, y sin más, me detengo
para intentar algunas tomas, pero en lo que puedo tener la cámara
fotográfica en mis manos y después de tres o cuatro círculos, las
aves desaparecen y mis tomas solamente quedaron en mi imaginación.
Ni modo, a seguirle para Oaxaca, ya estoy muy cerca y mis molestias
de la muñeca izquierda no cesan y empieza el tramo recto de
Telixtlahuaca a Oaxaca con el tráfico propio de la entrada de una
capital de Estado, voy embragando con la mano “plana” (sin usar
el pulgar) y a muy baja velocidad, y el tráfico aumenta desues de
pasar por la entrada de San Jacinto Amilpas y ya son las doce del día
sin que haya mandado mensaje alguno para Armin Langlé, quien, supongo que ya
me está esperando en el lugar acordado.
Un poco después de las
12:15 veo la V-Strom amarilla de Gamelí Nolasco y la recién
adquirida Bajaj Avenger de Armin, por lo que, con un leve pitido de
la bocina, les aviso que he arribado y me hacen señas para indicarme
como llegar a ellos.
Un gusto volver a verlos,
saludo a Armin, Gamelí Nolasco me presenta a su novia (Itan) y me
preguntan por las generalidades del viaje y la charla empieza con la
camaradería propia de los amigos. Armin hace
llamadas al Arqui Pepe Reyes y a Ricardo Qf, para preguntar por su
participación, mientras les comento de mis molestias de la mano
izquierda y les pido un momento de descanso antes de continuar a ...
¿Zaachila? ... ¡No ...! Cambiaron los planes, iremos a la Sierra de
Juárez a un lugar llamado “La Cumbre” me comenta Gamelí. Así
que en lo que esperamos al Arqui y a Ricardo, Gamelí nos deja un
momento para llevar a Itan a su casa, de tal forma que al volver ya
se encuentra con nosotros Ricardo quien comenta que está trabajando
y solamente llegó para saludarme y conocerme personalmente. Buen
detalle de Ricardo, para mi es un privilegio que así lo hubiera
considerado.
A la señal de Gamelí,
nos ponemos en marcha hacia la Sierra de Juárez, con la posibilidad
de que el Arqui se una en el camino, Ricardo nos acompaña por
algunas calles pero tiene que regresar al trabajo. Un gusto conocerte
amigo Ricardo, seguramente compartiremos alguna rodada futura.
Todavía, esperamos al
Arqui antes de inciar el camino a la Sierra de Juárez, pero
reanudamos el camino con la esperanza de que nos alcance en La
Cumbre, donde haremos escala para almorzar.
Después de unos 20 km de
buenas curvas, llegamos a un pequeño restaurante campestre donde,
además de disfrutar el aire libre, pudimos degustar un magnífico
amarillito con hongos (setas) que por sí sólo valió toda la
rodada.
La cumbre en la Sierra de Juárez, Oax. |
Armin y Gamelí, listos para reanudar la jornada. |
Ahora, todos listos para regresar al camino. |
Por si fuera poco, la amena charla (obviamente centrada en
motos) nos hizo olvidar un poco el tiempo, hasta que pregunté ¿Qué
tan lejos está Guelatao? (ya que estamos por acá, sería una
lástima no conocer el pueblo natal de uno de los personajes más
importantes de la historia de México), Gamelí, que era el conocedor
de la ruta me comenta que alrededor de 20 minutos, así que les
propongo ir, aprovechando la cercanía. Nuevamente, nos vemos
disfrutando de las curvas de este camino, que conduce a Tuxtepec,
pasando por el “temible” Valle Nacional (“México bárbaro”).
A pocos kilómetros de la
reanudación empiezo a sentir calambres (o algo parecido) en la parte
superior de la pierna derecha y después en la pantorrilla izquierda,
de tal modo que tan pronto veo un poco de espacio para estacionar, me
detengo para no arriesgar una caída, ya que empiezo a sentir que mi
capacidad de frenado está disminuyendo. Con algunas pequeñas
dificultades, me estaciono y bajo de la moto para caminar y estirar
esperando que cesen las molestias. Transcurren entre 10 a 15 minutos
y casi estoy en condiciones de seguir en el camino cuando veo salir
de una curva a un motociclista, que resulta ser Gamelí, que ha
regresado al notar mi ausencia. Todo está en orden, así que le
agradezco su preocupación y reanudamos la visita al pueblo nata de
Don Benito.
¡Vaya! Así que este
pueblito es Guelatao, pienso para mi, al momento que estacionamos las
motos en la calle y mi imaginación trata de recrear las condiciones
que debió haber enfrentado un niño indígena en su travesía desde
este lugar hasta Oaxaca ¡Una gran hazaña, sin duda!
Guelatao, Oax. El pueblo natal de Don Benito Juárez. |
Un señor que estaba en la
pequeña plaza, nos indica que podemos estacionar las motos dentro de
ella, así que las movemos y formamos para las obligadas fotos (para
lograrlo, Gamelí tuvo que mover una Itálika RT 200 que ya estaba
ahí), incluyendo la foto junto al monumento al hijo predilecto de
Guelatao y la visita a la “laguna Encantada” y la réplica de la
casa natal del Benémerito de las Américas.
A la sombra de un mexicano universal (foto de Armin Langlé). |
Los amigos oaxaqueños, Armin y Gamelí. |
Conservando una leyenda: "La Laguna Encantada". |
La réplica de la casa natal de Don Benito. |
Como el tiempo fluye en un
sólo sentido, me doy cuenta que es hora de regresar, porque estoy a
casi 450 km de mi hogar y, todavía tengo que enfrentar mis
fantasmas.
El regreso a Oaxaca se da
con buen ritmo, Armín queda enmedio, como marcan los cánones de la
conducción en grupo y yo voy de barredora. Al llegar a la tierra del
buen chocolate, nos detenemos para los últimos comentarios y Armin
me ofrece hospedaje para no rodar de noche, pero declino la
invitación porque mis miedos no deben esperar y tengo que estar en
el DF al siguiente día. Así que volvemos a las motos y en el
tráfico me despido, primero de Armin y unas calles adelante de
Gamelí para enfilar a la autopista Oaxaca – Cuacnolapan, para no
ser impuntual con mi destino.
Nos despedimos. Seguramente pronto nos veremos. |
Me detengo en la
gasolinera de Nochistlán (sobre la autopista) y mando un mensaje a
mi esposa para informar mi ubicación y la posible hora de mi
llegada, aprovecho para colocarme las bandas reflejantes y ... ¡Al
camino!
Salvo cuatro puntos de
reparaciones entre Nochistlán, Oax. y Miahuatlán, Pue. El trayecto
no presenta mayores dificultades, ruedo a buen ritmo, trato de llevar
una velocidad crucero de 110 – 120 km/h, solamente alterada por los
camiones lentos ante los cuáles mantengo buena distancia.
¿Problemas? Realmente no,
salvo que, según yo, la temperatura ambiental está en franco
ascenso y solamente cuento con un suéter ligero debajo de mi
chamarra sin forro, que al empezar a ascender resultan insuficientes
para contener el frío del camino, así que una buena parte me la
paso casi temblando, pero ... ¡Contento!
La ventaja de rodar un
camino es que se llega a donde se tiene que llegar, así que con frío
y todo, arribo a la caseta de Tehuacán, casi intuitivamente, después
de pasarla, me detengo en la gasolinera, como lo hice el 28 de junio
pasado, cargo combustible y empiezo a repasar lo ocurrido antes de mi
accidente. Con algunos pensamientos encontrados (entre el “si
hubiera” y algunas maldiciones extemporáneas a aquel camionero
desconocido), me dirijo al encuentro de mis fantasmas. Aparentemente,
me tuvieron miedo, porque voy manejando muy relajado, ajusto mi
velocidad a la que llevaba antes del accidente, pero todo va bien,
ningún sobresalto, ninguna sorpresa, a lo lejos, las luces azul –
rojo de la torreta de dos patrullas de la PF me indican que estoy a
punto de incorporarme a la autopista Veracruz – Puebla ... Ahora,
estoy seguro ... ¡Mis fantasmas tuvieron miedo ...!
Este último tramo de
autopista, con camellón (separador) central, lo transito sin
novedades ... más bien con una ... pero buena, resulta que ya
pusieron en servicio el distribuidor vial que conecta la autopista
con el periférico ecológico de Puebla, y en menos de lo esperado ya
estoy estacionado frente a la casa y tomando la foto del kilometraje
del día, son las 11:15 PM. Aunque a decir verdad llegué muy
cansado, por lo que creo que me merezco un buen descanso.
El recorrido total: 910 km. |
Después de 910 km; 14
horas sobre la moto, para una velocidad promedio de 65 km/h, de la
buena compañía, de imaginar la ruta de Juárez a Oaxaca y de
algunos fantasmas ahuyentados, me queda la idea que me voy acercando
a la recuperación total, aunque los calambres y el dolor de la
muñeca me indican que debo ejercitarme para volver a rodar sin
molestias.
Gracias a Armin Langlé, a
Gamelí Nolasco y a Ricardo Qf, por sus atenciones y buena
disposición en la bella tierra Oaxaqueña. También a quién se haya
tomado la molestia de llegar hasta este punto, pues entre todos hemos
espantado a unos fantasmas que trataron de alejarme del camino; pero,
afortunadamente ... ¡Sin éxito!
¡Nos veremos en el
camino! ... No me queda la menor duda.
Muchas felicidades profe por tener la entereza de enfrentar esos fantasmas, y así dar un paso más hacia la completa recuperación después de tan difícil trance.
ResponderBorrarGracias por compartirnos su rodada tan agradable por rumbos por los que aún me falta rodar. Talvez algún día concrete esa visita pendiente.
Saludos, y nos vemos en el camino.
Gracias Aarón. Un privilegio el leer tus comentarios. Creo que el rodar otra vez la ruta de mi accidente me ayudará a recuperarme plenamente. ¿Rodar en Oaxaca? Un verdadero placer. Cuando te animes no olvides incluirme.
BorrarUn abrazo. Seguramente nos veremos en el camino.
Que bueno que ya venció a los fantasmas!!!! De admirar su escalada en cilindrada, los km que ya lleva, y ahora después de un accidente ya ande trepado, de verdad mis respetos profesor. NOs vemos en manzanillo para celebrar
ResponderBorrarHola Rexx.
BorrarTal vez no los haya vencido del todo, pero seguramente me dejarán rodar un poco mejor. He tenido suerte al haber podido escalar de 150 a los 650 actuales, espero seguir teniéndola. Cuando nos veámos en Manzanillo (desde Armería) estaré pasando los 35000 km. Todavía sigo aprendiéndo. Un abrazo.