miércoles, 11 de marzo de 2015

Entre Don Benito Juárez y mis fantasmas

 El regreso a Oaxaca
Augusto Galicia López

“… es hora de regresar, porque estoy a casi 450 km de mi hogar y …”

Desde el 29 de junio de 2015, había pensado en regresar a Oaxaca para completar la ruta que vi truncada a escasos kilómetros de mi domicilio y durante las dos últimas semanas fui madurando la idea para realizarla el 28 de febrero. La noche del 27 me veo presa de cierto nerviosismo por la visita que haré al día siguiente a Oaxaca, tratando de repetir la rodada que terminó en accidente y fracturas múltiples. Es muy probable que el nerviosismo se deba al miedo de terminar igual. No obstante; decido que es hora de rehacer lo que está incompeto. Reviso lo básico de la moto, engraso la cadena y dejo el llenado el tanque para algún punto entre Atlixco e Izúcar.

La lectura inicial del odómetro de viaje.
La salida de Puebla se da a las 4:30 AM, voy por la libre a Atlixco, aunque algunos kilómetros después me arrepiento por la enorme cantidad de topes, pero el problema real es que los conductores de camionetas y autobuses rebasan a los camiones lentos invadiendo el carril contrario sin importar que les haga señales con la luces. Aún así, llego a Atlixco sin contratiempos y ahora a enfrentarme a los topes de la carretera a Izúcar. Un poco antes de llegar a Tepeojuma se enciende el testigo de la reserva de combustible, pero no hay problema, sin duda en Izúcar podré rellenar; no obstante, observo que la gasolinera de Tepeojuma está en servicio, así que me ahorro la angustia y relleno el tanque (es mejor llenar con Magna que arriesgar que no haya Premium en la estación siguiente). Con esta gasolina pretendo llegar a Acatlán de Osorio; pero la oscuridad me hace rodar mantener la precaución y el consumo de combustible mejora por que ruedo despacio. Antes de Acatlán empieza a amanecer y el camino a Huajuapan transcurre con la luz del día y la visión de mi propia sombra reflejada en los terraplenes del camino. Casi como una repetición de mi viaje del 28 de junio 2014, me detengo en Huajuapan en la misma gasolinera y hago exactamente lo mismo, relleno el tanque y bebo un café para relajarme antes de continuar mi viaje a la antigua Antequera.
Escala en Huajuapan de León, Oax.

El tramo de Huajuapan a Tamazulapan es extremedamente divertido, las curvas se suceden como las cuentas de un collar y a los humildes motociclistas no nos queda sino agradecer semejante regalo.



Antes de dejar Tamazulapan, me detengo frente a la Escuela Normal Rural Vanguardia, de muy queridos recuerdos, pues la foto es más que obligada.
Frente a la Escuela Normal Rural Vanguardia.
Después de Tamazulapan, viene un tramo de rectas hasta llegar a Yanhuitlán , en la ruta Dominica, donde el camino desmejora y se vuelve una corta terracería poco antes de arribar a Nochistlán; aquí me asalta la inquietud de continuar por la autopista; pero, sigo por la federal para replicar el viaje que quedó inconcluso.

Esta parte del camino luce un poco descuidada, así que vuelvo a rodar con lentitud para minimizar cualquier riesgo, al mismo tiempo que me arrepiento un poco de no haberme pasado a la autopista cuando pude hacerlo. Aquí entra en escena un factor que no había considerado, un dolor muy molesto en la muñeca izquierda (posiblemente el llamado túnel metacarpiano) que por momentos me impide manipular el embrague, motivo por el cual decido avanzar en una sola posición del engranaje (cuarta) y descansar la mano izquierda en la medida de lo posible.



Todavía hago una escala a la entrada de un pueblito, Jaltepec, para amarrarme la muñeca con un pañuelo y ver si mejora un poco.
Escala obligada.
En el descenso hacia Huitzo, se cruza un ave que parecía un águila y me lamento de haber apagado la cámara del manubrio, y algunos kilómetros adelante, antes de llegar a Huitzo, veo un grupito de cinco aves volando majestuosas que, insisto parecen águilas, y sin más, me detengo para intentar algunas tomas, pero en lo que puedo tener la cámara fotográfica en mis manos y después de tres o cuatro círculos, las aves desaparecen y mis tomas solamente quedaron en mi imaginación. Ni modo, a seguirle para Oaxaca, ya estoy muy cerca y mis molestias de la muñeca izquierda no cesan y empieza el tramo recto de Telixtlahuaca a Oaxaca con el tráfico propio de la entrada de una capital de Estado, voy embragando con la mano “plana” (sin usar el pulgar) y a muy baja velocidad, y el tráfico aumenta desues de pasar por la entrada de San Jacinto Amilpas y ya son las doce del día sin que haya mandado mensaje alguno para Armin Langlé, quien, supongo que ya me está esperando en el lugar acordado.
Un poco después de las 12:15 veo la V-Strom amarilla de Gamelí Nolasco y la recién adquirida Bajaj Avenger de Armin, por lo que, con un leve pitido de la bocina, les aviso que he arribado y me hacen señas para indicarme como llegar a ellos.
Un gusto volver a verlos, saludo a Armin, Gamelí Nolasco me presenta a su novia (Itan) y me preguntan por las generalidades del viaje y la charla empieza con la camaradería propia de los amigos. Armin hace llamadas al Arqui Pepe Reyes y a Ricardo Qf, para preguntar por su participación, mientras les comento de mis molestias de la mano izquierda y les pido un momento de descanso antes de continuar a ... ¿Zaachila? ... ¡No ...! Cambiaron los planes, iremos a la Sierra de Juárez a un lugar llamado “La Cumbre” me comenta Gamelí. Así que en lo que esperamos al Arqui y a Ricardo, Gamelí nos deja un momento para llevar a Itan a su casa, de tal forma que al volver ya se encuentra con nosotros Ricardo quien comenta que está trabajando y solamente llegó para saludarme y conocerme personalmente. Buen detalle de Ricardo, para mi es un privilegio que así lo hubiera considerado.


A la señal de Gamelí, nos ponemos en marcha hacia la Sierra de Juárez, con la posibilidad de que el Arqui se una en el camino, Ricardo nos acompaña por algunas calles pero tiene que regresar al trabajo. Un gusto conocerte amigo Ricardo, seguramente compartiremos alguna rodada futura.
Todavía, esperamos al Arqui antes de inciar el camino a la Sierra de Juárez, pero reanudamos el camino con la esperanza de que nos alcance en La Cumbre, donde haremos escala para almorzar.

Después de unos 20 km de buenas curvas, llegamos a un pequeño restaurante campestre donde, además de disfrutar el aire libre, pudimos degustar un magnífico amarillito con hongos (setas) que por sí sólo valió toda la rodada.
La cumbre en la Sierra de Juárez, Oax.
Armin y Gamelí, listos para reanudar la jornada.

Ahora, todos listos para regresar al camino.
 Por si fuera poco, la amena charla (obviamente centrada en motos) nos hizo olvidar un poco el tiempo, hasta que pregunté ¿Qué tan lejos está Guelatao? (ya que estamos por acá, sería una lástima no conocer el pueblo natal de uno de los personajes más importantes de la historia de México), Gamelí, que era el conocedor de la ruta me comenta que alrededor de 20 minutos, así que les propongo ir, aprovechando la cercanía. Nuevamente, nos vemos disfrutando de las curvas de este camino, que conduce a Tuxtepec, pasando por el “temible” Valle Nacional (“México bárbaro”).

A pocos kilómetros de la reanudación empiezo a sentir calambres (o algo parecido) en la parte superior de la pierna derecha y después en la pantorrilla izquierda, de tal modo que tan pronto veo un poco de espacio para estacionar, me detengo para no arriesgar una caída, ya que empiezo a sentir que mi capacidad de frenado está disminuyendo. Con algunas pequeñas dificultades, me estaciono y bajo de la moto para caminar y estirar esperando que cesen las molestias. Transcurren entre 10 a 15 minutos y casi estoy en condiciones de seguir en el camino cuando veo salir de una curva a un motociclista, que resulta ser Gamelí, que ha regresado al notar mi ausencia. Todo está en orden, así que le agradezco su preocupación y reanudamos la visita al pueblo nata de Don Benito.
¡Vaya! Así que este pueblito es Guelatao, pienso para mi, al momento que estacionamos las motos en la calle y mi imaginación trata de recrear las condiciones que debió haber enfrentado un niño indígena en su travesía desde este lugar hasta Oaxaca ¡Una gran hazaña, sin duda!


Guelatao, Oax. El pueblo natal de Don Benito Juárez.
Un señor que estaba en la pequeña plaza, nos indica que podemos estacionar las motos dentro de ella, así que las movemos y formamos para las obligadas fotos (para lograrlo, Gamelí tuvo que mover una Itálika RT 200 que ya estaba ahí), incluyendo la foto junto al monumento al hijo predilecto de Guelatao y la visita a la “laguna Encantada” y la réplica de la casa natal del Benémerito de las Américas.
A la sombra de un mexicano universal (foto de Armin Langlé).

Los amigos oaxaqueños, Armin y Gamelí.

Conservando una leyenda: "La Laguna Encantada".
La réplica de la casa natal de Don Benito.
 Como el tiempo fluye en un sólo sentido, me doy cuenta que es hora de regresar, porque estoy a casi 450 km de mi hogar y, todavía tengo que enfrentar mis fantasmas.
El regreso a Oaxaca se da con buen ritmo, Armín queda enmedio, como marcan los cánones de la conducción en grupo y yo voy de barredora. Al llegar a la tierra del buen chocolate, nos detenemos para los últimos comentarios y Armin me ofrece hospedaje para no rodar de noche, pero declino la invitación porque mis miedos no deben esperar y tengo que estar en el DF al siguiente día. Así que volvemos a las motos y en el tráfico me despido, primero de Armin y unas calles adelante de Gamelí para enfilar a la autopista Oaxaca – Cuacnolapan, para no ser impuntual con mi destino.
Nos despedimos. Seguramente pronto nos veremos.
Me detengo en la gasolinera de Nochistlán (sobre la autopista) y mando un mensaje a mi esposa para informar mi ubicación y la posible hora de mi llegada, aprovecho para colocarme las bandas reflejantes y ... ¡Al camino!
Salvo cuatro puntos de reparaciones entre Nochistlán, Oax. y Miahuatlán, Pue. El trayecto no presenta mayores dificultades, ruedo a buen ritmo, trato de llevar una velocidad crucero de 110 – 120 km/h, solamente alterada por los camiones lentos ante los cuáles mantengo buena distancia.
¿Problemas? Realmente no, salvo que, según yo, la temperatura ambiental está en franco ascenso y solamente cuento con un suéter ligero debajo de mi chamarra sin forro, que al empezar a ascender resultan insuficientes para contener el frío del camino, así que una buena parte me la paso casi temblando, pero ... ¡Contento!
La ventaja de rodar un camino es que se llega a donde se tiene que llegar, así que con frío y todo, arribo a la caseta de Tehuacán, casi intuitivamente, después de pasarla, me detengo en la gasolinera, como lo hice el 28 de junio pasado, cargo combustible y empiezo a repasar lo ocurrido antes de mi accidente. Con algunos pensamientos encontrados (entre el “si hubiera” y algunas maldiciones extemporáneas a aquel camionero desconocido), me dirijo al encuentro de mis fantasmas. Aparentemente, me tuvieron miedo, porque voy manejando muy relajado, ajusto mi velocidad a la que llevaba antes del accidente, pero todo va bien, ningún sobresalto, ninguna sorpresa, a lo lejos, las luces azul – rojo de la torreta de dos patrullas de la PF me indican que estoy a punto de incorporarme a la autopista Veracruz – Puebla ... Ahora, estoy seguro ... ¡Mis fantasmas tuvieron miedo ...!
Este último tramo de autopista, con camellón (separador) central, lo transito sin novedades ... más bien con una ... pero buena, resulta que ya pusieron en servicio el distribuidor vial que conecta la autopista con el periférico ecológico de Puebla, y en menos de lo esperado ya estoy estacionado frente a la casa y tomando la foto del kilometraje del día, son las 11:15 PM. Aunque a decir verdad llegué muy cansado, por lo que creo que me merezco un buen descanso.
El recorrido total: 910 km.

Después de 910 km; 14 horas sobre la moto, para una velocidad promedio de 65 km/h, de la buena compañía, de imaginar la ruta de Juárez a Oaxaca y de algunos fantasmas ahuyentados, me queda la idea que me voy acercando a la recuperación total, aunque los calambres y el dolor de la muñeca me indican que debo ejercitarme para volver a rodar sin molestias.

Gracias a Armin Langlé, a Gamelí Nolasco y a Ricardo Qf, por sus atenciones y buena disposición en la bella tierra Oaxaqueña. También a quién se haya tomado la molestia de llegar hasta este punto, pues entre todos hemos espantado a unos fantasmas que trataron de alejarme del camino; pero, afortunadamente ... ¡Sin éxito!

¡Nos veremos en el camino! ... No me queda la menor duda.

4 comentarios:

  1. Muchas felicidades profe por tener la entereza de enfrentar esos fantasmas, y así dar un paso más hacia la completa recuperación después de tan difícil trance.

    Gracias por compartirnos su rodada tan agradable por rumbos por los que aún me falta rodar. Talvez algún día concrete esa visita pendiente.

    Saludos, y nos vemos en el camino.

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    1. Gracias Aarón. Un privilegio el leer tus comentarios. Creo que el rodar otra vez la ruta de mi accidente me ayudará a recuperarme plenamente. ¿Rodar en Oaxaca? Un verdadero placer. Cuando te animes no olvides incluirme.
      Un abrazo. Seguramente nos veremos en el camino.

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  2. Que bueno que ya venció a los fantasmas!!!! De admirar su escalada en cilindrada, los km que ya lleva, y ahora después de un accidente ya ande trepado, de verdad mis respetos profesor. NOs vemos en manzanillo para celebrar

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    1. Hola Rexx.
      Tal vez no los haya vencido del todo, pero seguramente me dejarán rodar un poco mejor. He tenido suerte al haber podido escalar de 150 a los 650 actuales, espero seguir teniéndola. Cuando nos veámos en Manzanillo (desde Armería) estaré pasando los 35000 km. Todavía sigo aprendiéndo. Un abrazo.

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